domingo, 22 de marzo de 2015

Antonio Raya Díaz


Escrito por Luis Gallego Ponce militante de CNT-AIT Málaga 

Vivía en el barrio del Perchel trabajaba como aprendiz de fontanero; militaba en las J.J.L.L. de su barrio, de éste barrio que se hizo célebre por ser un vivero de militantes del movimiento revolucionario.

De pocas palabras, a veces gozaba de inspiraciones formidables,  pero  siempre un poco tardías. Era uno de los jóvenes de la época que soñaron con transformar la sociedad ofreciendo para ello cuanto poseían.

Fue éste joven, el que efectuó el atentado contra el tristemente célebre  "el  Carrero  ", recién trasladado desde el Puerto de Santa María a Málaga. Por el cual la policía le persigue, esta se lanza a su captura desesperadamente, pero se encuentra frente a un joven impasible ante el peligro, demostrando en los primeros encuentros que no es presa fácil de conseguir. La policía se convence de que sólo muerto podrán ponerle la mano encima.

En la Plaza de San Pablo, el teniente  Coronado de la Guardia Civil, al mando de varios números de la  "  benemérita  " trata de detenerlo pero el perseguido sale de aquella plaza abanicada por el fuego nutrido de la fusilería, ante la admiración de los vecinos de las calles la Jara y San Pablo, que presenciaron el encuentro, y el propio teniente  reconocen  públicamente el valor indiscutible de éste jóven.

Llega a Málaga a torear, "  El  Algabeño "  después de haber asesinado en el Parque de María Luisa de Sevilla, a varios trabajadores,  Antonio, junto con otros jóvenes, preparan la justicia que las autoridades no habían querido hacer.  Después de la corrida, cuando se encontraba cerca del Hotel Caleta, donde se hospedaba el chulo rejoneador, Antonio se monta sobre el estribo del coche del torero disparando y, logrando herir al asesino de los obreros sevillanos.

Raya interviene en todos los movimientos huelguísticos y revolucionarios que tuvieron lugar en Málaga, saliendo siempre airoso de donde otros de reconocido valor no lograron entrar.

Cuando los fascistas se levantaron, el nombre de Antonio Raya era conocido por todos los malagueños y por la policía de toda España. En todos los hechos donde había alarde de audacia o de valor, la gente lo relacionaba con Antonio. ¡ Cuantos hechos le cargaron en los que no tuvo arte ni parte !.  Tal cómo el atraco a la estación y otros muchos que harían interminable ésta corta biografía.


Los fascistas se han hecho fuertes en varios lugares de la capital. Los guardias de asalto, seguridad y carabineros, se ponen al lado del pueblo entregando armas. Cuando no es éste el que se las arrebata. La guardia civil  "  caminera  " permanece a la expectativa. Don José Fernández Vega, gobernador civil, se deja sobrepasar por los  acontecimientos. De la Casa de las Lanas, enclavada en uno de los extremos de la Alameda, los fascistas hostigan a los que tratan de pasar por el puente de Tetuán.  ¿ Quién se atreverá a pasarlo ?. La respuesta la encontramos en un joven; éste se llama Antonio Raya Díaz, que pasa bajo una lluvia de balas, logrando prender fuego, y por éste  medio depurador, desaloja a los fascistas de su guarida. Luego seguido por un grupo de jóvenes se interna en el centro de la capital y no cesa la lucha hasta que Málaga es completamente liberada de las hordas fascistas.

En un coche, acompañado entre otros por Antonio Ruíz, que había de encontrar la muerte, en lucha contra un grupo de guardias civiles y cuyo cuerpo es rescatado por Raya, se internaron en la provincia de Sevilla y Cádiz.

Málaga organiza su 1ª columna, esta tiene por objeto  conquistar Granada, que está en manos de los moros, cómo en tiempo de Isabel la Católica. Cuando la columna llega al boquete de Zafarraya, un guardia civil, con el grado de capitán, que  finge su adhesión a la República, ordena  un alto. Los numerosos coches y camiones, con racimos humanos colgando de sus carrocerías, semejan monstruosa serpiente sobre el asfalto de la carretera. El capitán continúa en su coche,  momentos después aparece un avión que bombardea y ametralla a la columna, la cual se replegar en desbandada. Raya es uno de los que se queda defendiendo Zafarraya.

Vuelto a Málaga organiza la columna que se había de conocer con el nombre de  "  La que siempre rayó  ". Esta es destacada al frente de Antequera, donde desde su entrada comienza a inquietar a moros y falangistas que defienden el pueblo. Interviene personalmente en el ataque a la fábrica de mantas en unión de los hermanos Arcas.

En un cortijo llamado Arrebato o un nombre parecido, instala su cuartel general. Le acompaña José Pacheco, que mas tarde había de ser el jefe de la 88 Brigada bis. En éste cortijo, cuando trataba de desmontar una bomba Laffite, pierde el ojo izquierdo al explotarle el artefacto.

Pocos días permanece en el hospital. Sin haber sido completamente curado de la herida, vuelve al frente,  sorprendiéndole en él la pérdida de Málaga, desde donde se repliega hacía Almería. En el campamento de Viator organiza la que desde entonces había de ser la 88 Brigada bis, en la que fue designado comisario.

Destinado a Pozoblanco, interviene en todas las operaciones que se efectúan en aquel sector, siendo admirado por el mismo Coronel Pérez Salas, y los treinta meses que dura la contienda los paga con las armas en las manos, atacando unas veces, defendiéndose otras, conquistando en varias ocasiones las posiciones que habían perdido las brigadas internacionales.


Terminada la guerra, vuelve a Málaga.  Con su compañera Victoria Vila  Varela, alquilan una casita en el Camino de Antequera cerca del Polvorín. La guardia civil que sabe ya de su presencia en la capital, detiene a Victoria haciéndole a la fuerza que les conduzca a su domicilio, pero ésta que sabía que Antonio se encontraba con unos compañeros en su casa, engaña a los civiles introduciéndolos en una casa colindante, desde la que grita poniendo en aviso a su compañero que, con sus amigos salta por la tapia. Los civiles se aperciben del engaño y se lanzan en su persecución. Cuando se reagrupan de nuevo, cada cual hace el balance de lo que ha perdido en la huída; Sólo Antonio no ha perdido ni tan siquiera uno de los ojos de cristal que llevaba en los bolsillos como repuesto.

Detenida su compañera, que  se encontraba encinta, Antonio comienza a frecuentar a un familiar que vivía en  calle Calderón de la Barca. La guardia civil que le sigue de cerca, un día se oculta en la portería  de la casa y, cuando bajaba en compañía de sus cuñados Salvador y Manolo Vila, le echan el alto. Antonio no mira la desventaja,  sacando la pistola, dispara a los civiles, que se tienen que contentar con detener a sus dos cuñados. Cuando suben a registrar los departamentos, comprueban que Raya había logrado escapar una vez más, dando un prodigioso salto de un tejado a otro. Acorralado y después de varios encuentros peligrosísimos, decide marchar a Granada.

El pueblo malagueño hizo de él un héroe como de todos aquellos que se burlaron de la “Justicia" uniformada. Unas veces decían haberlo visto vestido de capitán de la guardia civil, otras era de cura de lo que le habían visto disfrazado, cuando no de falangista o de requeté. El se reía cuando le contaban estas anécdotas callejeras.

En Granada se hospedaba en una casa particular presentándose como estudiante. Es por ésta época que nace su hija en la prisión; su hija, a la que no habría de conocer.

La plaza de la Marina fue escenario de uno  de los encuentros más atroces de la época. La policía acordona la Plaza y dispara contra un grupo de jóvenes, entre ellos se encontraba Antonio Raya. Son varios los muertos y uno de los jóvenes es detenido herido. Éste herido, sometido a tormento, había de confirmar la presencia de Raya en el encuentro.

En el Albaicín salva a los hermanos Querós que se encontraban entre dos fuegos. Movilizadas todas las fuerzas del " orden " para capturar al jóven libertario, éste, con otros jóvenes no menos decididos que él, gana la sierra, y en éste nuevo lugar, interviene en varios hechos de relieve. Pero Raya no tenía madera de guerrillero. Desde la edad de 16 años estaba habituado a la lucha en las capitales, por lo que de nuevo, por el Sacromonte entra en Granada, donde da prueba  de una seguridad personal indiscutible.


La policía le sigue ya  de cerca; conoce varios de los sitios que frecuenta. Varios compañeros le aconsejan que abandone la capital y vuelva a la montaña, a lo que se niega.

En uno de los cafés que acostumbraba a ir, se nota una mayor afluencia que de ordinario. Al entrar Raya, la cajera hace una señal convenida a varios de los clientes. Estos abren fuego contra la puerta por la que acaba de aparecer Antonio, quién, por instinto, se lleva la mano a la cintura  para sacar su arma sin conseguirlo, la vida se le escapa por los numerosos boquetes abiertos por la balas de la policía, que no se atrevieron a ponerle la mano encima mientras vivió.

Materialmente acribillado, cayó el que sólo con su nombre hacía temblar a policías y civiles; él, que supo tomarse la justicia por su mano y que se defendió durante diez años contra todo un cuerpo organizado y al que muchas veces se permitió atacar. Murió cumpliendo su promesa de que en vida no le pondrían la mano encima.

Voluntariamente olvido millares de hechos, por no hacer interminables estas " Cortas Biografías ", de éste joven de pocas palabras pero de una ininterrumpida acción revolucionaria, de la que se empezó a hablar en el año 1932 hasta el 1942 en que murió ANTONIO RAYA DIAZ.




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