En una casa de dos plantas, muy cerca del Palacio
Episcopal, vino al mundo Mariano Yrigoy. En la planta baja, su padre trabajaba
haciendo sellos de goma y letreros de porcelana. Mariano creció viendo a su
padre trabajar. A la edad en que los niños, deben ingresar en la
escuela, lo hizo nuestro amigo, siendo un aventajado
alumno muy apreciado por sus maestros por su aplicación y bondad de
carácter.
A los 16 años deja la escuela para ayudar a su padre,
en cuyo oficio se hace un verdadero maestro. Cuando tenía 19 años una terrible
enfermedad le arranca a su progenitor del trabajo, y meses
después, la vida. Y aquí tenemos a nuestro Mariano, haciendo frente
a las necesidades del trabajo y del hogar.
Le conocí con ocasión de ir a encargar un sello de
goma con la inscripción de la F.I.J.L. de Málaga. Se había constituido una
Organización Juvenil, que andando el tiempo, había de dar lecciones a los
mayores. En la fecha fijada, nos presentamos a recoger nuestro encargo. Mariano
se encontraba solo ante la mesa de trabajo, nos interroga sobre el significado
de las letras del sello y sobre nuestras aspiraciones juveniles. Se interesa
por la lectura de aquellas ideas que defendíamos sin apenas conocerlas,
y para ello le facilitamos algunos libros y folletos que nos
devolvió una vez leídos. Una fraternal amistad nació de aquel sello de goma.
Un día hablamos con él de nuestras
aspiraciones, la creación de un Ateneo Libertario donde los jóvenes
pudieran educarse socialmente. El, nos ofrece su ayuda moral y económica para
tan loable fin. Ésta nueva empresa apretó aún más los lazos que ya nos
unían, que sólo serían rotos por la muerte.
Ingresa en las J.J.L.L. a mediados de
1.933, desde entonces hasta su desaparición es uno de
sus más activos militantes. Su preciada colaboración e
iniciativa, pronto se hicieron sentir. Se crearon Ateneos, pero no paraba ahí
nuestra ilusión; ahora había que crear Escuelas Racionalistas, con
la voluntad más que con los medios económicos, se abre la primera en el Pasillo
de Santo Domingo.
A la sazón, hace acto de presencia como Partido
organizado la Falange Española tratando de imponerse por el terror. En efecto,
los jóvenes de derechas acechan a los de Izquierdas, y a los que cogen, les
hacen ingerir aceite de ricino. Mariano es unos de los primeros en ver el
peligro de esa nueva organización; así lo expone en una reunión, sugiriendo la
necesidad de hacerle cara sin demora. Una guerra a muerte se ha declarado entre
la reacción y la libertad. Mariano hace, en más de cuatro ocasiones, beber a
los falangistas el purgante de que eran portadores.
Mediado el año 1.934, con Gil Robles en el poder, los
pistoleros de Falange tratan de asesinar a Mariano disparándole por la espalda
en la Calle Lagunillas. Mariano responde a la agresión, hiriendo al jefe de los
pistoleros, un tal Alora, que queda abandonado por sus chacales en medio de un
gran charco de sangre. Sólo Mariano, que era humano hasta la exageración,
quedó a su lado prestándole ayuda hasta que viene la ambulancia a recogerlo.
Mariano, es detenido y abofeteado dentro de la comisaría por los falangistas y
policías.
Pese a haber sido comprobado, por las declaraciones de
testigos presenciales, que el joven libertario había obrado en defensa propia,
es condenado por el Tribunal de Urgencia a ocho años de prisión. En la cárcel
permanece hasta el triunfo del Frente Popular en que fue amnistiado,
devolviéndonoslo más convencido de la razón que nos asistía en esta lucha sin
igual.
En el mes de junio de 1.936, es muerto a tiros por un
guardia municipal, el concejal comunista Andrés Rodríguez. Los comunistas hacen
responsable a los libertarios de esta villanía, y se lanzan a la caza de
nuestros militantes. Miguel Ortiz Ramos, viejo militante de la alimentación,
cae herido por varios balazos al abrir la puerta de su casa, cuando
llevaba entre sus robustos brazos a una niña de corta edad. Horas más tarde, es
el joven libertario Carlos Santiago el que cae muerto, frente al
cuartel de carabineros por las pistolas rojas.
Las J.J.L.L. tienen necesidad de defenderse y defender
a sus viejos y para ello se lanzan a la calle. Mariano no faltó a la cita. Hay
varios encuentros entre ambos bandos sin víctimas. Los comunistas,
aterrorizados de su propia obra, se repliegan ocultándose, protegidos
por las fuerzas de asalto y la policía.
Mariano, tiene gran interés en aclarar la muerte de
Rodríguez, para convencer a los hijos de Stalin que los anarquistas
no tenían arte ni parte en este asesinato, el cual fue aclarado un mes más
tarde.
El 18 de julio ha llegado. Por el Parque y la Alameda,
el capitán fascista Huelin, va leyendo el bando con la proclamación del estado
de guerra. Mariano, desde el balcón de su casa, ve pasar la sección de soldados
que manda el capitán traidor y se lanza a la calle en busca de sus compañeros.
Desde aquel momento, es uno de esos héroes anónimos, que hicieron posible el
triunfo de nuestra causa venciendo a los sublevados.
Málaga se pierde para la causa republicana por el
abandono del Gobierno, que no entrega armas para su defensa, y por la traición
del Coronel Villalba. Mariano es uno de los que conoce la tragedia de aquella
desordenada evacuación. Es uno de los últimos en salir de la
capital, por la carretera camina hacía Almería. Doscientos diez
kilómetros sembrados de objetos abandonados, de cadáveres pudriéndose en las
cunetas, de casas en ruinas por los bombardeos de los barcos fascistas.
En el campamento de Viator encuentra a muchos
compañeros y amigos, organizando la 88 Brigada bis, que es destinada
al frente de Pozoblanco. No soy yo el llamado a hacer la historia del heroico
comportamiento de esta Brigada Confederal, que tanto fue admirada
hasta por el mismísimo Pérez Salas.
Mariano, por entre los hongos de humos de los proyectiles,
va acelerando el motor de su máquina; era el más intrépido enlace en los
frentes del Sur.
Desde que estalló la guerra hasta que
el " Caudillo " lanzó por las ondas el último
parte de guerra, Mariano sigue montando sobre su máquina para transmitir
órdenes y consignas.
Gana Alicante, dándose cuenta al primer vistazo de la
situación de desorden que representa el puerto donde miles de personas esperan
poder embarcar. Continúa camino de Valencia. Los fascistas recorren ya la
ciudad. Son los momentos de confusión que precede a la derrota. Es difícil
encontrar a un amigo, por lo que decide dirigirse a Zaragoza donde tiene un
hermano de su padre. En su casa piensa pasar unos días para
reponerse y poder orientarse.
Su tío le acoge con cierta frialdad, de la que Mariano
no quiere darse por enterado. Cuando más confiado estaba, un grupo de
falangistas encabezado por su propio tío, irrumpe en la habitación donde leía,
procediendo a su detención. Trasladado a Málaga, pasa muchos días en las "
checas " falangistas, y en el Cuartel de la Guardia Civil, donde es
bárbaramente apaleado sin lograr arrancarle ninguna confesión. Se
encerró en un mutismo absoluto y el sumario se terminó con la acumulación de
cientos de denuncias falsas que Mariano no negó sabiendo la inutilidad de su
defensa.
La sala de la Audiencia está abarrotada de señoritas
de falange. Mariano, tranquilo, toma asiento en el banquillo de los acusados.
El fiscal vá trenzando acusaciones hasta confeccionar la cuerda con que ahorcar
al reo. El abogado interviene con algunas palabras, que más sirven
de acusación que de defensa a su defendido, y el tribunal le condena a la
última pena. Es entonces cuando Mariano con la sonrisa en los labios, se dirige
a los falangistas para decirles;
- VEO QUE HABEIS VENIDO NUMEROSOS A RECREAROS
ANTE ESTE ESPECTACULO GROTESCO Y COMICO A LA VEZ. SIENTO EL NO HABEROS DADO EL
PLACER DE VERME DESFALLECER ANTE EL FALLO, QUE YA CONOCIA DESDE EL MOMENTO DE
MI DETENCION. PERO OS ADELANTARE QUE NO OS DARE EL PLACER DE MI AGONIA
Fuertemente esposado, entra en la
prisión, siendo trasladado a la
celda denominada " la jaula”. Tres meses residirá en
la misma. Mientras tanto, su madre desoyendo los consejos del hijo
querido implora a todas las autoridades su indulto. De
todas partes es echada destempladamente, pero ella, es mujer y
madre, y seguirá implorando hasta que el agotamiento de tantas súplicas
convirtiese en aves de dolor ante el cadáver de Mariano.
El auditor de guerra confirma la
sentencia - cómo siempre - fijando el día de la
ejecución.
Una noche, cuando el toque de silencio se
perdía por los últimos rincones de las galerías, llega
el juez ejecutor a comunicarle la decisión del auditor.
Mariano permanece con la tranquilidad del que recibe la noticia ya
esperada, solicita a la dirección que le dejen tranquilo
hasta la hora de la ejecución. Rechaza con dignidad al cura, se
acuesta por última vez en aquella celda, que no me cansaré de citar.
Los gallos, anuncian desde los corrales cercanos la
venida del día, la Guardia Civil, espera la representación
falangista que ha solicitado presenciar la ejecución, cuando el cura
con el director y demás oficiales seguidos de los falangistas abren la celda,
se escapa un grito de odio de las gargantas de los discípulos de José Antonio.
En el suelo blanco y negro de la celda hay un gran charco de sangre, y con éste
líquido escrito en la pared:
- VIVA LAS J.J.L.L.
En el camastro, un cadáver; el de
Mariano que sostuvo su palabra de no darles la satisfacción a sus enemigos de
verle morir.
Los presos, atentos a la " saca
", escuchan intrigados el ir y venir de los pasos, de la celda
a la enfermería, y de ésta al centro, ¿ qué sucederá ?.
Es bien entrado el día cuando una camilla, portando el
cadáver de nuestro amigo, es puesta sobre la camioneta de los civiles, que le
conduce al cementerio, donde la fosa común le espera, y allí fue depositado
Mariano Yrigoy cuando apenas contaba 23 años de edad.
Mariano murió cómo supieron morir los
verdaderos revolucionarios; como tantos jóvenes a los que trato de recordar y
rendirles el tributo de mi amistad y sincera admiración.
Murió como un
HOMBRE.
Escrito
por Luis Gallego Ponce
Fuente documental Archivo Histórico de la CNT de Málaga.